Cuando pienso en sostenibilidad, pienso en diversidad y equidad al mismo tiempo. Me vienen a la mente una serie de temas que van interconectados y quiero ir desarrollando cómo se vinculan.
Economía para Con-Tribu-Ir o economía de regalo, como se conoce en CNV, es la idea de que cuando cada quien aporta de acuerdo a su economía, el pago de todos va a hacer que la actividad sea sostenible.
Esto tiene que ver con equidad porque cuando se pide un monto especifico puede ser que se esté dando igualdad para todos pero habrá unos que puedan pagarlo sin problema pero otros que no y todo dependerá del nivel de privilegio en el que cada persona se encuentre.
Desde hace siglos se ha dado privilegio a unos por su género y a otros por su color de piel. Esto ha generado un desbalance sistémico en el que no hay ni igualdad, ni equidad. Dentro de la igualdad se presume que todos estamos en igualdad de condiciones y que las estrategias para cubrir las necesidades para todos son las mismas y eso no es real. Para mí, como mujer mexicana neurodivergente, las condiciones y el contexto son muy distintas a las de un hombre, blanco neurotípico. El esfuerzo que hago yo para sobrellevar las desigualdades ni siquiera lo nota ese hombre porque todo está hecho para que él florezca, no yo. Para aquellos que tienen más privilegio y específicamente privilegio económico, el pago de una cantidad fija es solo tomar la decisión de si quieren pagarlo o no, pero para alguien con condiciones distintas el tema puede involucrar todos los recursos que necesita para poder tener acceso y con todos los recursos incluyo: si tienen con quién dejar a sus hijos para participar, si se tiene “autorización” para participar, si se tiene internet, si tiene el dinero para pagar, el tiempo, etc.
La economía para contribuir se basa en la idea de que cuando todos aportan se logra sostenibilidad pues todos pueden participar y nutrirse. La invitación es a aportar acorde a tus condiciones, es decir, dar un extra al pago promedio para que otra persona que no tiene la posibilidad de pagar pueda participar. Se lee fácil y tiene un sentido lógico; la dificultad al vivirlo viene de los cientos de años de mentalidad de separación, de dolor, de enojo, de frustración. Pienso en las veces que he escuchado algo como: “Yo me he ganado lo que tengo”, “les va mal porque no se esfuerzan”, “es su culpa por no echarle ganas” frases que escuchamos y repetimos porque por generaciones se ha favorecido el uso del hemisferio izquierdo del cerebro que es incapacitando la conexión con el hemisferio derecho que es el que nos permite la visión amplia. La parte racional busca dar sentido desde culpar al otro lo que imposibilita conectar con la parte relaciona que integra la visión global, la guía emocional y empática que permite ver las circunstancias reales. Hay personas que en verdad no pueden ver la desigualdad porque un cerebro que tiene los vínculos entre los dos hemisferios desconectados no logra procesarlo y esto se transmite de generación en generación hasta que una personas consciente logra romper esa cadena.
Romper con la cadena de la mentalidad de separación requiere muchos recursos para una persona, voy a dar un ejemplo para dar claridad:
A un bebé lo dejan llorando solo en su habitación para que aprenda a dormirse solo. El bebé interioriza de forma subconsciente que está solo y nada de lo que haga va a hacer que otros lo ayuden. Al crecer va a la escuela donde le exigen que permanezca callado, sentado, quieto y obedezca o de lo contrario recibirá un castigo; así aprende que sus necesidades no importan solo las del adulto que le dice lo que “debe y no debe hacer” y en su cerebro se van cortando las conexiones neuronales que lo ponga en peligro (de ser castigado, excluido, rechazado) o sea las conexiones con el hemisferio derecho. Es así como se convierte en un adulto que no confía en nadie, que no escucha sus necesidades y no tiene conexión con empatía, cuidado o cualquier función del hemisferio derecho. Es una persona que se vuelve un engrane funcional del sistema, obedece y replica lo que aprendió. A esa persona le es difícil ver más allá porque así fue socializado y todo su entorno tiene esa misma mentalidad de separación. Para salir de ese ciclo se necesitan varias circunstancias, algunas sociales, algunas genéticas y algunas personales. Gracias a la naturaleza sabia siempre ha habido personas neurodivergentes que son los cerebros que no recortan las conexiones neuronales con el hemisferio derecho, buscan incansablemente otra forma de sentido, empujan los limites de la sociedad de engranajes y encuentran caminos nuevos. Son quienes van empujando que cambien las circunstancias sociales en las cuales cada persona puede buscar ayuda dadas sus situaciones personales. La diversidad es la que nos ayuda como sociedad a despertar a lograr romper los paradigmas de separación y encontrar formas de reconectar y movernos de la mentalidad de separación a la mentalidad de unidad que nos permite vernos como seres interconectados y el bienestar de todos y la sostenibilidad se puede lograr.
El final la capacidad de Con-Tribu-Ir a la vida del otro ya sea donando para que ese otro con menos privilegio pueda participar o estando con resonancias depende de la capacidad que tengamos para conectar con el hemisferio derecho y eso depende de las experiencias de empatía y resonancia que hayamos podido tener en la vida. Cada acto de amor resuena en el universo y una chispa de compasión puede hacer toda la diferencia en las historia de vida de una persona.
¿Tienes las condiciones para re-escribir tu experiencia desde la resonancia y la mentalidad de Unidad?